Yerba.
Me gusta el olor de la yerba recién cortada.
El olor a mar que hay en Ayamonte, espcialmente cuando el viento viene desde la playa.
El olor a pan cociéndose en el horno que hay dos calle mas allá de mi casa.
El olor a rancio del Templo de San Francisco.
El olor a incienso de la Semana Santa.
El olor de Ana cuando intenta darme un "muá".
Y es que tengo el olfato demasiado desarrollado.
Me gusta tirarme en el césped de los parques. Cuidar de mis plantas (tengo pocas y le pongo mucho cariño). Y en general todo lo que pueda ser sentido como naturaleza en estado puro. Y yo lo reflejo en la yerba porque seguro que todos habéis olido alguna vez la yerba recién cortada.
Me gustan los cementerios que parecen jardines. Las tumbas están cubiertas de césped y flores de colores. Las humildes sepulturas se pierden entre el verde de las hojas. Cuando oscurecen, los cementerios, se llenan de pequeñas velas encendidas, de modo que es como si los muertos hubiesen organizado un baile infantil. Si, un baile infantil, porque los muertos con inocentes como niños. Aunque la vida esté llena de crueldad, en los cementerios siempre ha reinado la paz, incluso en tiempo de guerras.
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