Vivencias.
Todo cuanto sucede en mi vida lo tomo como una nueva vivencia que hace que mi carácter, mi forma de ser, mi forma de afrontar la vida y solucionar los problemas que va surgiendo el día a día sea moldeado conforme a esos sucesos.
Alguien siempre me oirá contar algo que alguna vez me pasó, incluso cuando se nombra un año, de entre los que he vivido, se me podrá oir decir en voz baja ¿qué estaría haciendo yo ese año de ...?.
No suelo apuntar los acontecimientos que me pasan en una agenda. Pero cada uno de esos recuerdos están grabados a fuego en mi mente. Yo sé que soy tan olvidadizo de las cosas, esas jamás se me olvidarán y vienen a menudo a mi mente con solo invocar algo relacionado con eso o con oler un perfume de mujer, flor o los olores cotidianos con los que uno se choca cuando sale a pasear o montando en bici.
Digo que no suelo apuntar mis vivencias en una agenda, pero últimamente lo hago en este blog.
Algunos me preguntan que por qué me pongo, día a día, noche tras noche a escribir, quién espero que lo lea, o qué quiero conseguir con él, o, ahora que he decidido cerrarlo, por qué no lo cierro así, como quién no quiere la cosa.
Cómo es lógico todo tiene su explicación, que me niego a contar aduciendo que escribo por escribir, que es una forma de dejar costancia de las cosas que me pasan o pienso o recuerdo, o que es un recuerdo que dejaré a mis sobrinos para cuando ellos sean mayores y quieran entender al viejecito que les da todo el cariño del mundo. Pero esas no son solo las cosas por las que escribo. Hay cuestiones interiores, que para mí, ahora, son mayores.
Y es que resbala por mi cara una lágrima mientras que en mi mente hay una imagen fija que me atormenta cada día a esta hora mas o menos.
Poco a poco esa imagen va siendo mas borrosa o menos duradera, y cada noche intento avivar esa imagen con el alimento que son mis recuerdos, y así, cada día poder leer, yo mismo, y leer que lo escrito, en muy pocas ocasiones lo escribo para que el día que no me venga esa imagen a la memoria vuelva porque recuerdo que escribí para algún día recordar.
Trabalenguas exótico para haceros no entender lo dicho.
Alguien siempre me oirá contar algo que alguna vez me pasó, incluso cuando se nombra un año, de entre los que he vivido, se me podrá oir decir en voz baja ¿qué estaría haciendo yo ese año de ...?.
No suelo apuntar los acontecimientos que me pasan en una agenda. Pero cada uno de esos recuerdos están grabados a fuego en mi mente. Yo sé que soy tan olvidadizo de las cosas, esas jamás se me olvidarán y vienen a menudo a mi mente con solo invocar algo relacionado con eso o con oler un perfume de mujer, flor o los olores cotidianos con los que uno se choca cuando sale a pasear o montando en bici.
Digo que no suelo apuntar mis vivencias en una agenda, pero últimamente lo hago en este blog.
Algunos me preguntan que por qué me pongo, día a día, noche tras noche a escribir, quién espero que lo lea, o qué quiero conseguir con él, o, ahora que he decidido cerrarlo, por qué no lo cierro así, como quién no quiere la cosa.
Cómo es lógico todo tiene su explicación, que me niego a contar aduciendo que escribo por escribir, que es una forma de dejar costancia de las cosas que me pasan o pienso o recuerdo, o que es un recuerdo que dejaré a mis sobrinos para cuando ellos sean mayores y quieran entender al viejecito que les da todo el cariño del mundo. Pero esas no son solo las cosas por las que escribo. Hay cuestiones interiores, que para mí, ahora, son mayores.
Y es que resbala por mi cara una lágrima mientras que en mi mente hay una imagen fija que me atormenta cada día a esta hora mas o menos.
Poco a poco esa imagen va siendo mas borrosa o menos duradera, y cada noche intento avivar esa imagen con el alimento que son mis recuerdos, y así, cada día poder leer, yo mismo, y leer que lo escrito, en muy pocas ocasiones lo escribo para que el día que no me venga esa imagen a la memoria vuelva porque recuerdo que escribí para algún día recordar.
Trabalenguas exótico para haceros no entender lo dicho.
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