Hace 12419 días

Salam, queridos.

Os voy a contar la historia de un hombre que nació hace 12419 días en un pequeño rinconcito del mundo llamado Ayamonte. Fue a estas horas, y cuenta su madre, que ha sido el día que más frío ha pasado en su vida.

Nunca le gustó ser el protagonista de fotos, incluso ponía mala cara cuando le hacían alguna, y con el tiempo ha aprendido a valorar una buena imagen, una buena fotografía, y lo ha convertido en una de sus aficiones pero que últimamente lo tiene un poco abandonado.

Sus abuelos maternos vivían en el barrio antiguo de la Ciudad, el Barrio de la Villa, más concretamente en la calle en la que el Pasodoble del Carnaval llama "Calle Buscarruidos" y que en la actualidad está rotulado como "Calle de las Flores". Su abuelo Manuel, lo llamaba Capitán y fueron inseparables. El día de su 14 cumpleaños, nuestro protagonista no lo celebró, prefirió acompañar a su abuelo en su último caminar a la Parroquia del Salvador y le dió la despedida a los pies de su nicho 2099-P del cementerio municipal.

Adora a su madre, aunque algunas veces chocan y tienen ciertas tiranteces propias del hijo que quiere ser totalmente "libre" pero que cada día come en casa de sus padres porque como se come en casa de los padres no se come en ningún otro lado o se enfada cuando le intenta explicar como funciona el dvd grabador que le regaló por Reyes porque no tiene la cabeza para estar aprendiendo cosas que jamás va a aprender (dice ella). También es su confidente, aunque últimamente se calla cosas para no verla sufrir, pero cada día le pregunta como va con sus dolores de espalda, le acompaña a comprar al súper o la lleva a Huelva a sus revisiones períodicas de las cosas de la edad.

Desde pequeño siempre le ha molestado muchísimo el sol, por eso ahora siempre lleva gafas de sol, para no ir guiñando ambos ojos todo el día. Y recuerda como jugaba tanto en el patio de sus abuelos Manuel y Aureliana (donde cada verano la montaban gorda con los primos de Murcia o bien se entretenía regando las cerca de mil macetas que tenían) o en el de su otra abuela, Concha, que era más grande y además tenía azotea y un aljibe y muy de pequeño le gustaba meterse en los grandes lebrillos que tenía y que era donde labavan la ropa.

Dentro de 365 días os seguiré contando más cosas de este hombre, del que os he mostrado las primeras fotos con las que cuenta.