ni sueños con los ojos abiertos
ni almohadas marcadas por el reposo
ni dedos tintados.
Echo de menos fundirme en lo ajeno
y escapar entre molinos de viento.
No quedaban libros.
El niño se impacientó en la cama,
podía intentar contarle un cuento,
pero ¿qué les gustaba a los niños?
Los finales felices
y yo de eso no tenía ni idea.
El niño se impacientó en la cama,
podía intentar contarle un cuento,
pero ¿qué les gustaba a los niños?
Los finales felices
y yo de eso no tenía ni idea.
No quedaban libros
ni cuentos, ni poesías,
tan sólo un rastro de polvo.
El fuego seguía destrozándolos en sus entrañas,
mientras las llamas lamían la tinta
y mataban las palabras.
ni cuentos, ni poesías,
tan sólo un rastro de polvo.
El fuego seguía destrozándolos en sus entrañas,
mientras las llamas lamían la tinta
y mataban las palabras.
No quedaban libros
¿dónde plasmaremos nuestra imaginación?
¿dónde plasmaremos nuestra imaginación?
No quedaban libros
que me susurraran con sus ásperas páginas más sentimientos,
esos que me hacían tocar con la yema de los dedos
los sueños que mi imaginación albergaba.
No quedaban libros
que no hubiera leído.
Y salió a buscar más.
Leyó, leyó y leyó.
Y no quedaron más libros sin leer.
¿Qué quién era?
Un joven tratando de escapar de la realidad.
que no hubiera leído.
Y salió a buscar más.
Leyó, leyó y leyó.
Y no quedaron más libros sin leer.
¿Qué quién era?
Un joven tratando de escapar de la realidad.
No quedaban libros
Alicia tuvo que volver a traspasar el espejo
y traer pegado a los zapatos
un sinfín de historias interminables.
Un escritor maldito se las robó por el camino.
Alicia tuvo que volver a traspasar el espejo
y traer pegado a los zapatos
un sinfín de historias interminables.
Un escritor maldito se las robó por el camino.
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