Escrito por Anónima21400
En el instituto, en clase de Literatura, tuvimos que leer Romeo y Julieta para subir nota. La Señorita X nos hizo representar la obra. Así a él le tocó Romero y a mi, cosas del destino, Julieta. Las demás estaban celosas, pero yo tenía otra opinión. Le dije a la Señorita X que Julieta era idiota: se enamora del único al que no puede tener a su lado y después culpa al destino de su propia decisión.
La Señorita X me dijo que cuando el destino se cruz en tu camino, a veces, no tienes alternativa.
A los catorce años ya tenía claro, que el amor, como la vida, es fruto de las decisiones y el destino no tiene nada que ver.
A todos les parece tan romántico Romeo y Julieta: el amor verdadero. ¡Qué pena! Si fue tan tonta de enamorarse del enemigo, tomar veneno e irse a dormir a una cripta, se merecía lo que le pasó.
Quizás Romero y Julieta estuvieran destinados a unirse aunque sólo durante un tiempo. Luego pasó su momento. Si lo hubieran sabido, tal vez todo habría ido bien.
Le dije a la Señorita X que cuando fuera mayor tomaría las riendas de mi destino, que no dejaría a ningún hombre arrastrarme al abismo. Me respondió que si algún día sentía la pasión, me considerase afortunada y que si la encontraba no nos separaríamos nunca.
Yo sigo creyendo que el amor es una cuestión de decisiones.
Hay que dejar a un lado el veneno y la daga y buscar tu propio final feliz, para siempre. Pero, a veces, a pesar de decidir lo mejor que puedes y de tus intenciones, el destino, termina por ganar.
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